Las emociones complejas son, por ejemplo: la ansiedad y la angustia (displacenteras) y la alegría (placentera).

La ansiedad es una exaltación tímica por un temor psíquico que provoca una descarga motora (sobresalto) y la angustia es una sobrecarga emocional por un temor físico que provoca una descarga de llanto (sobrecogimiento).

Los afectosson inclinaciones naturales o tendencias que mediante el aporte emocional primario conducen al humor hacia el plano o polo placentero o displacentero. Se diferencia de las emociones por la mayor estabilidad que presenta los afectos.

Existen inclinaciones egoístas (giran en torno al yo) placenteras (por ej: optimismo) o displacenteras (por ejemplo: pesimismo) y altruistas (giran en torno a los demás, por ejemplo: amor a los semejantes).

Los sentimientosson estados afectivos elaborados en la conciencia mediante el aporte del juicio y del razonamiento que le configuran estabilidad, subjetividad y especificidad individual. Pueden ser egoístas (culpa), altruistas (amor), impersonales (fe).

Las pasiones son estados afectivos intelectualizados de gran persistencia que en ocasiones puede hacerse permanentes condicionando la conducta. Pueden ser egoístas (odio, venganza), altruistas (caridad, piedad), impersonales (música, pintura, arte, etc.)

En los TMT desde el punto de vista médico legal, nos interesa valorar el grado de intensidad emocional que sufrió un individuo que cometió un ilícito, ya que de acuerdo a la intensidad de la reacción puede provocar una suspensión judicativa (emoción inconsciencia) o un trastorno de la conciencia sin desconexión total con la realidad caracterizado por un estado crepuscular.

La emoción inconsciencia es un TMTC que configura una eximente de acuerdo al art. 34 inc. 1 del CP, y el estado crepuscular emocional un TMTI.

La personalidad suele estar desestabilizada por patologías previas como las epilepsias, las neurosis, el alcoholismo, la depresión, etc.

La desconexión de la conciencia provoca amnesia y automatismos (como luego analizaremos).

El sueño

La inconsciencia puede ser un estado normal en el sueño. La inconsciencia patológica puede ser debida a distintas causas (ebriedad del sueño).

El sueño es una fase nictameral de los ritmos circadianos regulado por el sistema vagal centroencefálico.

Durante el sueño sólo descansa la conciencia perceptiva y discriminativa.

Durante este período aumenta la energía del inconsciente psicoanalítico por suspensión cortical del control consciente.

Las fases del onirismo son cuatro: 1) ritmo alfa: disminución de la amplitud con frecuencia alta (5 al 10% del sueño); 2) ritmo beta: caracterizado por ciclos de 12 a 16 por segundo (50 % del sueño); 3) ritmo REM: que comienza entre 70 a 100 minutos luego de iniciado el sueño y que se repite de 4 a 6 veces durante la noche con disminución del tono muscular (25% del sueño) y 4) el ritmo de las ondas lentas (15 al 20% del sueño).

La inconsciencia patológica es la suspensión completa y transitoria de las operaciones cognoscitivas (evocativa-judicativa-valorativa) con presencia de actividad motora automática independiente (capacidad práxica).

Se debe hacer diagnóstico diferencial con el desmayo y el coma.

El desmayo es la pérdida de sentido de breve duración (pérdida de la conciencia perceptiva y de los movimientos corporales). El coma es la pérdida de sentido de origen orgánico donde sólo queda la conciencia fisiológica.

El sueño puede colocar a un sujeto en una situación de inconsciencia que, según los supuestos, implica inimputabilidad. Si se considera la inconsciencia completa por sueño como una modalidad del TMT podrá apreciarse todas las graduaciones respecto a las eximentes que el código permite.

El agente desencadenante del TMT por inconsciencia en el sueño será el agotamiento y la falta de descanso. La inconsciencia puede surgir también en forma repentina como consecuencia de la narcolepsia (1x 1000 de las personas), verdadero ataque de sueño que puede durar hasta 15 minutos que produce profunda inconsciencia.

Otro trastorno son los terrores durante el sueño (pesadillas) que pueden durar hasta 10 minutos, en los cuales el individuo puede realizar movimientos violentos, agitación con confusión, a consecuencia del tema de la ensoñación y realizar acciones delictivas (lesiones, homicidios, etc.).

El sonambulismo

El sonambulismose produce en la fase más profunda del sueño, en la que el sujeto se levanta realizando conductas automáticas y en ocasiones complejas. Los ojos permanecen abiertos y se pueden sortear obstáculos pero no existe estado de conciencia. No se puede entablar una conversación, aunque puede darse el caso de que el sonámbulo hable espontáneamente y en forma ininteligible. Existe amnesia posterior al suceso. Se pueden consumar actos ilícitos durante el episodio sonambúlico. Los episodios pueden durar entre 5 y 30 minutos. Algunos relacionan el sonambuismo con patologías psíquicas como la histeria y la epilepsia.

El hipnotismo

La hipnosis fue descripta por el cirujano escocés James Braid en 1840 por la influencia de Mesmer. Demostró que durante el sueño magnético las personas no están inconscientes sino muy sensibles a la sugestión. Este descubrimiento allanó el camino a otros científicos como Charcot, Liébeault, Bernheim, Janet y Freud.

La efectividad de la hipnosis depende de las características de la persona que se pretenda hipnotizar. Al trance hipnótico no accede cualquiera ya que se produce un trastorno de la voluntad evidente, quedando el hipnotizado en situación de sumisión y obediencia con respecto a otra persona. Luego se experimenta una cierta amnesia de lo ocurrido.

Los actos realizados bajo este estado son asimilables al TMT, aunque hay autores que sostienen que las acciones sugeridas pueden ser refrenadas o inhibidas, sobre todo cuando tales órdenes pugnan con convicciones profundas del sujeto. Otros sostienen que en aquellas personas que tienen predisposición para el delito, la inhibición ética hace que la conducta se cumpla automáticamente.

La determinación técnica de la hipnosis, desde el punto de vista penal, se sitúa como una perturbación lindante entre la inhibición de la libre voluntad por sugestión de terceros y el grado de resistencia que pueda oponer el sujeto a la orden del hipnotizador.

Las reacciones vivenciales anormales

Este concepto lo consideramos de especial importancia en razón de resultar un aporte significativo a la dilucidación de aquellos problemas psiquiátrico forenses en su proyección jurídico -penal de la inimputabilidad.

Binder fue quien ha analizado y expuesto con acabada claridad conceptual esta particular manifestación psicopatológica.

Estudia así: aquellos trastornos que se producen cuando ciertas vivencias a las que se llaman psicotraumáticas provocan determinadas respuestas psicológicas anormales”.

El mismo autor, hace un distingo en estas respuestas anímicas a las vivencias traumáticas, entre “reacciones” y “desarrollos”.

En tal sentido expresa Binder que la: “reacción psicológica anormal” es la respuesta a un trastorno psicotraumático agudo del equilibrio que cursa en breve tiempo (entre unas horas y unos días) como manifestación aislada. Al cesar el efecto traumático de la vivencia, la persona recupera relativamente pronto el dominio de sus funciones psíquicas y sin dejar tras de sí alteraciones permanentes de la psique.

En cambio “los desarrollos psíquicos anormales” son mucho más difíciles de superar, toda vez que bajo la incidencia de daños psicotraumáticos crónicos, o que se repiten continuamente, se producen alteraciones desfavorables de la estructura de determinadas disposiciones psíquicas y con ello respuestas anómalas de larga duración (meses o años) y la consecuente desadaptación a la vida cotidiana.

Todo hombre normal puede tener reacciones normales y anormales. Por ello podemos decir que mientras las reacciones normales son adecuadas desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo, a sus motivaciones, las reacciones anormales, aunque son comprensibles cualitativamente en su motivación, resultan totalmente desproporcionadas cuantitativamente y por ello impresiona como algo en su manifestación conductual.

A su vez Binder hace un distingo entre lo que llama “reacciones psicógenas”y “reacciones psicopáticas”.

Cuando los sucesos que surgen no pertenecen a los estímulos habituales del medio ambiente que actúan cotidianamente sobre el hombre, por lo tanto, cuando tales estímulos extraordinarios producidos por el medio provocan “vivencias psicotraumáticas” desencadenando reacciones anímicas o vivenciales anormales se habla de “reacciones psicógenas”.

En los individuos que presentan una disposición psicopática puede ocurrir que estímulos ambientales relativamente intrascendentes o pequeños (algo cotidiano o corriente) tengan un real efecto psicotraumatizante. Estos estímulos actúan como dice Binder como “una chispa en un barril de pólvora” y en consecuencia a estas respuestas anímicas anormales se las llaman “reacciones psicopáticas”.

Los trastornos mentales transitorios incompletos

En el CP español se considera que un sujeto actúa con arrebato u obcecación (AyO) cuando sufre alteraciones pasionales o emocionales e incluso psíquicas que afectan a su capacidad cognoscitiva y volitiva, pero sin abolirla, por lo que su alcance es sólo parcial.

El AyO es un estado de ánimo que ofusca la mente proyectando su efectividad en situaciones en las que la mayoría de las personas se comporta de manera imprevisible.

Se entiende por arrebato una pérdida momentánea del autodominio como consecuencia de la ira o de sentimientos afectivos. Es una reacción ante una determinada situación vivencial, que desemboca en una situación de descontrol.

Así los insultos, las agresiones físicas, las situaciones ambientales estresantes, las amenazas y provocaciones pueden dar lugar a respuestas arrebatadas. En el arrebato no se medita la acción, sino que se actúa acaloradamente, sin prever las repercusiones que ello puede tener. Los hechos realizados bajo arrebato entrarían en sintonía con las reacciones en cortocircuito.

Los actos en cortocircuito o reacciones primitivas, son reacciones momentáneas impulsivas producidas por las capas inferiores de la personalidad, es decir, sin que intervengan la “esfera del yo” en su función conductora, ya que ésta “llega tarde” para frenar o dar la contraorden a la acción ya ejecutada. Se producen por lo general por situaciones emotivas, pasionales, o circunstanciales, sin necesario trastorno del campo de la conciencia, aunque el sujeto no alcanza a tener clara conciencia del acto ya que representa la etapa final de un conflicto muy traumático (rechazado o reprimido por el inconsciente) que hace eclosión como una reacción motora elemental (reacción impulsiva); a diferencia de los actos reflejos que tienen un origen psíquico condicionado por el entendimiento.

La obcecación implica una situación de perturbación psíquica por hechos externos o acontecimientos vivenciales, pero con la particularidad de que no puede anular la responsabilidad criminal siendo su alcance sólo atenuante.

Toda actuación realizada bajo obcecación responde a un estado que se ha ido gestando durante un período superior al del arrebato, que es mínimo o inmediato. El obcecado llega a esta situación después de haber sufrido una determinada agresión continua, o haber pasado por un trance desagradable.

De manera que la obcecación es un estado de ofuscación transitoria que desaparece después de haberse producido el fenómeno que la detona. Reconoce un estado de ánimo preexistente (un estado interior de malestar, ira, celos o resentimiento) que se extiende en el tiempo y que actúa persistentemente en el sujeto impidiéndole valorar adecuadamente las consecuencias de una acción reactiva ante los estímulos que recibe.

Por lo tanto se puede dar en obsesivos, paranoides, depresivos, etc, que tras un período de obcecación tienen una reacción de ofuscación que los obnubila.

Estos cuadros admiten excepcionalmente la alevosía por excitación psíquica pero nunca la premeditación que exige, entre otros requisitos, la frialdad del ánimo.

Como contrapartida, los estados pasionales y el miedo excesivo (que puede llegar al pánico o al terror) y la acción de drogas pueden constituir auténticos TMT.

Las consideraciones médico legales que se deben tener en cuenta cuando se debe contemplar la posibilidad de TMTI que puedan determinar una imputabilida disminuída desde el punto de vista jurídico son:

A) TMTI exógeno, reacción vivencial y pasional.

El TMTI por reacción vivencial plantea un mayor problema de prueba entre todos los existentes puesto que habrá que tener en cuenta las circunstancias ambientales y subjetivas que rodearon los hechos.

Se entiende por vivencias los acontecimientos de la vida que provocan una resonancia afectiva influyendo emocionalmente en el sujeto. Esta reacción emocional es habitualmente compleja, se compone de elementos psíquicos y físicos como la angustia y el miedo que provocan, además de la alteración psíquica, sintomatología somática como taquicardia o temblores.

La reacción vivencial es una respuesta emocional comprensible motivada por una vivencia. Se dice que la reacción vivencial es anormal cuando la duración intensidad y cualidad de la reacción es una respuesta desproporcionada a la motivación que la determinó.

Las reacciones pasionales de amor, celos, odio, poder, avaricia, envidia, etc. pueden dar lugar a actos irreflexivos muchas veces concomitantes con el delito, que si bien pueden ser transitorias son de mayor duración y profundidad.

Otros trastornos transitorios que perturban gravemente la razón y la acción y que remiten sin secuelas son las psicosis reactivas graves, resultantes de un estrés psicosocial (duran como máximo dos semanas), las psicosis exógenas como el estado crepuscular; el trastorno psicótico agudo polimorfo (que presenta productividad psicótica alternante y cambiante en horas) ; el síndrome exógeno confusional provocado por infecciones e intoxicaciones que inciden el parénquima cerebral, y el trastorno por estrés postraumático agudo que se caracteriza por la reexperimentación de un acontecimiento traumático con reducción de la respuesta frente al exterior y una gran variedad de síntomas neurovegetativos.

B) TMTI endógeno. La base psicopatólogica

El TMTI de origen endógeno puede ser ocasionado por una perturbación de origen patológico o enfermedad mental como la psicosis, así como por una anomalía o trastorno que sin llegar a considerarse una auténtica enfermedad psíquica posee un fondo morboso o personalidad de base psicopatólogica.

Los trastornos de la personalidad se deben diferenciar claramente de la enajenación mental, pues mientras los primeros por sí mismos no tienen relevancia jurídica penal salvo que estén unidos a una situación vivencial u otra situación exógena concomitante, la segunda implica per se una exención de pena.

El problema de las psicopatías a nivel psiquiátrico es que no son verdaderas o auténticas enfermedades mentales y jurídicamente son excepcionalmente consideradas exentas de responsabilidad criminal.

El tipo de personalidad antisocial o sociopatía es una de las de mayor incidencia jurídico criminal. La existencia de este trastorno, unida a situaciones vivenciales adversas o a trances de máxima tensión, pueden dar lugar a acciones delictivas muy violentas.

Así, los psicópatas pueden presentar descompensaciones psicóticas que pueden implicar disminución o anulación de la responsabilidad criminal. También hay que contemplar con un buen diagnóstico los casos fronterizos y las estructuras “bordelines” (personalidades límites descompensadas).

El trastorno paranoide de la personalidad tiene su manifestación más grave en el delirio sensitivo paranoide. En el delirio pasional la petición amorosa rechazada se elabora en el sentido de la idea de la insuficiencia vergonzosa y se transforma en las correpondientes ideas referidas, y de celotipia.

La celotipia y la desconfianza hacia la pareja son comunes en las personalidades paranoides y proclives a situaciones delictivas por reacciones explosivas y agresivas.

Los querulantes y pleitistas realizan sus actividades delictivas en relación a supuestos jurídicos y judiciales.

El trastorno esquizoide y esquizotípico se caracteriza por la deficiencia que presentan estos individuos para establecer relaciones sociales por ser solitarios, introvertidos, fríos, lentos y distantes. A menudo pueden sufrir episodios psicóticos de corta duración (se asocian a los bordelines).

Los trastornos histriónicos se caracterizan por una conducta teatral e intensamente manifestada, con conductas extravagantes, manifestaciones de autodramatización, excitación emocional, hiperreacción, así como explosiones de ira injustificadas. Egocéntricos, exigentes y agresivos pueden desdoblar la personalidad y tener reacciones de conversión y trastornos de la conciencia breves.

El trastorno explosivo o de falta de control de los impulsos se caracteriza por la inestabilidad emocional con tendencia al odio, la ira o la violencia y que puede tener un correlato con alteraciones cerebrales orgánicas de tipo epileptoide que le resta responsabilidad penal en algunas circunstancias.